lunes, octubre 18

Secuelas profundas

Pertrechado con los accesorios de protección y los sensores biométricos, el viajero se embutió en la cápsula. Aseguraron las hebillas de su arnés y comprobaron que todos los parámetros biológicos y telemétricos eran correctos. Pese a su actitud despreocupada y a sus comentarios jocosos, su ritmo cardíaco estaba muy acelerado. En la plataforma de espera, sus compañeros no paraban de gastar bromas intentando demostrar que no le tenían ninguna aprensión al ejercicio que  iniciarían cuando les llegase el turno y por el que, como tantos otros turistas venidos también de muy lejos, habían pagado tanto dinero.
Y así, uno tras otro, cada tres horas, de día o de noche, los aventureros bajaban solos, estrujados en el estrecho vientre de la cápsula hasta las “profundas entrañas de la Tierra”, como rezaba la publicidad.
Una vez allá abajo, los “exploradores” permanecían durante dos interminables horas en el fondo desnudo y frío de la mina, envueltos por el sepulcral silencio del aislamiento que podían aprovechar para meditar. Los promotores garantizaban “una experiencia única y sobrecogedora” que, a tenor del semblante que presentaban los viajeros a su regreso, parecía bien real.

De vuelta a la superficie, cada uno recibía un certificado firmado “en nombre de los 33”, acreditando su gesta…

Por Víctor Pérez - © 2010 en adelante


Nota: este minirelato está asociado con esta entrada.

Oscuridad, silencio, soledad... 

7 comentarios:

Aire_Azul dijo...

Hola, Víctor,

Me temo que tu cuento sea más o menos una anticipación muy probable sobre lo ocurrido en la mina chilena. Ya antes del final del rescate, se apoderaron la prensa sensacional y la publicidad del asunto.
Tu texto nos lleva un poco después, ya funcionando la verbena de los aprovechados. Y aunque es muy breve, me parece muy buena idea la de sentir la historia a través de las percepciones de este protagonista en busca de sensaciones « únicas ». Nos ponemos un rato en su pellejo y nos late un poco el corazón cuando lo bajan. ¡Cuánto dinero habrán pagado éstos para vivir la experiencia del aislamiento!
Tus frases, muy cuidada, nos ayudan a percibir la rareza del asunto. Veo una diferencia notable entre el ritmo del primer y el del segundo párafo. Tal vez, será por la singularida de las esdrújulas. Y consta que al fin y al cabo, de la « metamórfosis » en el abismo, no nos dices nada. Poco importa saber si, en definitiva, ocurre por haber experimentado ellos el miedo, la soledad, la aproximación a las entrañas de la Tierra, o por una mezcla de todo esto.
He saboreado la ironía de la última frase, con la referencia a los « 33 » y el irrisorio certificado digno de un parque de Disney. Tal vez, esto hubiera sido aún más fuerte con una narración en primera persona, pero no es nada más que una proposición.

Lo que más me ha extrañado fue el cambio de título. ¿Verdad que no lo he soñado? Me parece que éste nos desvela de manera un poco anticipada el final.

Un saludo. Y gracias por este texto. Se me hacía largo leerte. Espero que el relato siguiente llegará pronto.

Víctor Pérez Pérez dijo...

Da gusto ver que lo que uno intenta escribir con esmero es apreciado y valorado por gente como Aire Azul, tan sensible a los efectos como a los guiños literarios.
De nuevo gracias por leerme, Aire azul, y por dejar tu opinión.
A veces dejo los relatos en el cajón hasta que les encuentro un título. Otras veces, las menos, pongo los títulos primero y luego les busco un relato...

Víctor Pérez Pérez dijo...

Ah, me olvidé decir que, en efecto, cambié el título. No garantizo que incluso este permanezca.

También me olvidé comentar, Aire Azul, que de la "metamorfosis en el abismo" sí que pretendí decir algo con lo del "semblante". ¿Debí quizá haber insistido algo más?

Aire_Azul dijo...

Si, Víctor, creo que la « metamorfosis » podría merecer une evocación más extendida y así nos daría de ver el « trauma » de los turistas..
Imagino que un cambio de persona vendría bien para eso. Por ejemplo, pero, lo repito, no es nada más que una manera de ver entre tantas, creo que el primer y tal vez segundo párafos podrían estar relatados en primera persona, con la voz propia del narrador, evocando lo que siente y experimenta. Y el último párafo nos alejaría del protagonista desenfocándolo para ofrecer una visión de conjunto. Así se podría identificarlo con los demás turistas que tiene la mente turbada por lo vivido, guardando aquí la tercera persona y observándolos desde fuera. Así resaltaría aún mejor a mi parecer el contraste en la última frase entre lo ficticio de lo vivido por los turistas respecto al infortunio real que experimentaron los mineros.
Espero no haber sido demasiado explicativa ni aburrida. E imagino que otros lectores te podrían dar una opinión muy diferente. Espero que sean muchos los que comenten este texto. Te agradezco a ti por recibir de manera tan amena mis pocas reflexiones.

Víctor Pérez Pérez dijo...

Pues sí, Aire Azul, en parte estoy de acuerdo con lo que dices, sobre todo en cuanto a la personalización. No obstante, para bien o para mal, salió como salió y prefiero dejarlo como está.
Tendríamos que abrir un blog para "minirelatos colectivos". Seguro que saldría algo bueno.

(en el lugar apropiado, admito comentarios generales sobre el nuevo formato del blog...)

Aire_Azul dijo...

« Secuelas profundas » me parece un título muy bueno. He vuelto a leer el texto y todavía me sigue gustando mucho.
Un saludo

Víctor Pérez Pérez dijo...

¡Gracias!