domingo, marzo 21

Low cost

La policía conocía todos los trucos utilizados por los delincuentes en los aeropuertos. Particularmente los de sustracción de equipajes.
Oferta de fin de temporada: Barcelona-Milán por 18 euros ida y vuelta, tasas incluidas. Salida a las 7 de la mañana y regreso a las 8 de la tarde del mismo día. Tiempo más que suficiente para hacer turismo y algunas compras en las rebajas.
Ya de regreso, solo había que dirigirse hacia la zona de recogida de equipajes de la terminal T1 donde, en alguna de sus 16 cintas, cualquier maleta desamparada procedente quizá de mundos lejanos, solo esperaba a que alguien, fuese ya quien fuese, la recogiera.
En la salida de la zona de recogida, los tres policías se dirigieron unánimes al joven viajero de cabeza gacha cuyas pintas les parecieron desentonar con el vistoso maletín enruedado del que tímidamente tiraba:
- Buenas tardes caballero, ¿le importaría abrir su maletín? –le pidió, exquisito, uno de los policías cortándole el paso mientras los otros dos lo flanqueaban, entorpeciendo incluso la maniobra de otro pasajero que llegaba justo detrás, empujando con dificultad aunque con elegancia y distinción, un carrito cargado con tres enormes maletas, una marrón y dos azules.
- Por supuesto, señor, aunque la cerradura siempre me falla. Contestó el joven, aparentemente nervioso.
- ¿Qué lleva Ud. en su maletín? –preguntó uno de los policías.
- Pues…, ropa. –contestó el viajero mientras lidiaba con la cerradura numérica.
- ¿Qué tipo de ropa lleva exactamente, señor? –preguntó el tercer policía. ¿Podría Ud. describirla de manera precisa, si es tan amable?
- Sí, claro: llevo un par de vaqueros, una cazadora azul, un polo de color marrón y otro negro, dos pares de calzoncillos, tres pares de calcetines negros, un par de zapatos marrones del 43 y un neceser. – contestó el joven casi de carrerilla, ante el asombro de los policías, justo antes de que, por fin, consiguiera abrir su reluciente maletín.
Intrigados, los policías hicieron rápidamente el inventario del contenido del maletín: correspondía exactamente a lo descrito por el joven pasajero.
- Muchas gracias caballero, puede Ud. continuar su camino – le indicó el primer policía.
Unos minutos después, en el aparcamiento del aeropuerto, el joven se introdujo en una furgoneta en cuyo interior le esperaba sonriente un señor maduro y elegante. En la parte trasera de la furgoneta, tres enormes y espléndidas maletas, una marrón y dos azules, esperaban abrirse a la luz después de haber recorrido quién sabe cuántos kilómetros…

Por Víctor Pérez - © 2010 en adelante

2 comentarios:

Aire_Azul dijo...

Me alegró leerte de nuevo, amigo Víctor.

Osaré una crítica de este cuento, donde un joven engaña a los polis.
Me sonaba a algo que había leído ya, y busqué. Era el cuento de Noviembre que se titula “El Gancho”.
No es que tu cuento sea malo, siempre sigues con el efecto de sorpresa al final, pero éste sigue de manera pienso demasiado mecánica la misma arquitectura que el otro, si así que puede decir.
Eso dicho, vuelvo a afirmar que no me siento capaz de escribir ni la mitad de uno.
Espero leerte pronto.

Josi

Víctor Pérez Pérez dijo...

Hola Aire Azul:
Quiero agradecerte tus participaciones y tus comentarios, siempre oportunos y agudos.
Con relación a este minirelato tienes toda la razón: recuerda bastante a la del "gancho" y es que esta pareja de pícaros -que aparentemente también han protagonizado un par de cenas irregulares- parece querer sacarle provecho al contraste de sus personalidades. Solo espero que no me obliguen a seguir narrando sus fechorías...
Gracias de nuevo, AA, por tomarte el tiempo de leerme.
Víctor