jueves, noviembre 19

La cita

Marisa estaba muy nerviosa: por primera vez en mucho tiempo, tenía una cita. Sus amigas, entusiasmadas, no pararon de darle consejos mientras se acicalaba frente al espejo:
- Y ya sabes, no dejes que te tome de la mano demasiado pronto -le dijo Ana con voz temblorosa, embargada por la emoción.
- Y nada de sentaros en una terraza al aire libre, que luego la gente habla mucho -avisó Feli.
- Y que no se te ocurra pedir cerveza, toma horchata -le advirtió Pilar.
- ¡Deja ya de pintarte, chica! ¡Que tampoco te hace tanta falta! -le dijo Toñi, refunfuñando.
- Esa blusa tiene demasiado escote y se transparenta, ¿no os parece? -opinó Luisa, en tono severo.
En vez de tranquilizarla, la profusión de consejos la soliviantaba aún más. Pero sabía que ella hubiese actuado igual.
Hecha un flan, Marisa salió por la puerta y Pilar, con una risita de quinceañera, le recordó:
- No te olvides de preguntarle si tiene amigos, ¡que somos muchas y libres como el viento! ¡Jijiji!
Ya estaba en la parada de autobús que se encontraba justo enfrente de la residencia "El descanso de las abuelitas", cuando Feli le gritó:
- ¡Marisa, no vuelvas tarde! ¡Recuerda que a las diez cierran la puerta de la residencia!

Por Víctor Pérez - © 2009 en adelante
Nunca es tarde para la ilusión.

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